miércoles, 14 de febrero de 2018

Perspectiva de un paciente - Pamela (parte 1)

21 de septiembre de 1993, ese día fue mi debut diabético, tenía 7 años.
Recuerdo los días previos con mucha sed, mucho hambre, y muy cansada para lo inquieta que era.

Mi madre me llevo a hacer un análisis, a un médico privado y este le digo que tenía un resfriado. No contenta con la respuesta, me llevo a un hospital de niños y de ahí a otro, uno de los mejores que hay en Argentina, el Garrahan.
Me dejaron ingresada y fue cuando recibimos la noticia que era diabética. 

Yo no tenía ni idea que significaba eso, solo que era una enfermedad, que mi páncreas no funcionaba, que no podía comer azúcar y lo peor de todo, que me tenía que pinchar de por vida. 

Mi madre y mi padre tuvieron que aprender a pincharme y a entender un poco de que iba esta enfermedad, sino no me daban el alta.  Por suerte ellos aprendieron enseguida y a los pocos días me fui a casa.

Ahí empezó una nueva vida para mi y toda mi familia. 
Me acuerdo de la "dieta de los circulos" que me pusieron, que me media con tiras visuales, usaba insulina porcina nph y corriente, no eran los bolis de ahora, sino jeringa y aguja.
Llevaba al colegio mis sándwich, uno para cada recreo, a los cumpleaños de amigos siempre iba con mi coca cola light...

Me apuntaron en un club para hacer deporte, porque la doctora dijo que era bueno para la diabetes. Hacia natación, gimnasia, cestoball, patín y tenis. Así estuve hasta los 12 años, que me canse de tanto deporte.


Justo con esa edad, me mandaron a un campamento para personas con diabetes, con el fin de que aprendiera a ponerme la insulina yo sola. Volví muy contenta y con el objetivo cumplido, ya no dependía de mis padres para inyectarme!!!

Mi  HbA1c era casi perfecta siempre sobre 5 o 6, y así fue hasta los 18 años que me vine a vivir a España.

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